Siempre he pensado que, en las cuestiones más importantes de la vida en las que necesitamos ayuda, tales como sacar adelante un proyecto, resolver un problema o, sencillamente ver cumplido un sueño, lo más importante es saber elegir a la persona y el equipo en el que uno debe depositar su confianza.

Comprar o vender una vivienda es una de ellas, por eso ser agente CRS (Council of Residencial Specialists), no solo implica tener los requisitos, la experiencia acreditada, el haber realizado todos los cursos especializados, o mantener un compromiso de calidad en el servicio que prestamos a nuestros clientes compradores y vendedores de viviendas, para obtener la mejor titulación internacional para los agentes especializados en vivienda residencial.

Implica mucho más, como tener el orgullo y la responsabilidad de pertenecer a un grupo de élite donde están los mejores profesionales inmobiliarios (menos de 5% de España lo son), cumplir con los estándares más exigentes de calidad y honestidad profesional, o ser el primero en acceder e implementar las últimas tendencias y herramientas del mercado.

Sobra decir que todo ello va en beneficio de nuestros compañeros, clientes y amigos, a los que siempre tenemos la obligación dar lo mejor y ofrecer un servicio de calidad excepcional. Para ellos KABUKI es su casa.

No es casualidad que KABUKI sea la agencia de Granada capital con dos agentes con designación CRS en su equipo. Sabemos que eso nos distingue y nos hace diferentes, pero sobre todo nos hace felices, porque todo que damos lo recibimos con creces en forma de éxitos conseguidos y clientes satisfechos que nos recomiendan.

Vaya desde aquí mi más inmenso agradecimiento a personas como Fernando García Erviti, Vicente Beltrán, Jordi Mallafré, Sergí Vergé o Cristino Torio, así como a todos mis compañeros y amigos de la MLS pisosgranadacentro y del Colegio de Agentes de la Propiedad de Granada, a las que pertenezco, por haberme cambiado la vida y, sobre todo, por marcarme el sendero para llegar a ser un gran profesional.

Como ya dijeron Bernardo de Chartres allá por el siglo XIII e Isaac Newton en el XVII: «Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes».

No hay marcha atrás.